viernes, 15 de diciembre de 2017

Gaia es un organismo no darwinista


Por CARLOS DE CASTRO CARRANZA

El descubrimiento más importante que ha hecho la Ciencia a lo largo de su historia es simple: ¡El Universo evoluciona! ¿En qué sentido evoluciona? Pues partiendo de una sopa más o menos informe de energía y materia, se han creado estructuras complejas como las galaxias, con estrellas y sistemas «solares», con planetas con estructuras tan hermosas y complejas como las bandas de la atmósfera de Júpiter, los volcanes de Io (una de sus lunas) o la propia Tierra.

En un rinconcito de este Universo, al menos, ha evolucionado el ser más complejo que hoy conocemos: Gaia. Esto es un hecho, una observación. El Universo se ha complicado, al menos en algunos de sus puntos. Ha evolucionado. Sin embargo, a pesar de ello, la Ciencia no se ha embarcado en la empresa de buscar la ley o leyes que rigen esa evolución, esa tendencia a formar estructuras cada vez más complejas.

En la superficie de la Tierra, ha habido un proceso similar al del Universo. Se ha complicado en algunos de sus puntos. En cuanto a la vida, sabemos que procedemos de uno o unos pocos ancestros comunes, bacterias o quizás comunidades de bacterias y virus; seres muy sencillos si los comparamos con nuestro ombligo, pero muy muy complejos si los comparamos con una molécula de agua.

Debemos reflexionar porqué la tendencia hacia lo complejo se ha casi ignorado desde Darwin en las ciencias biológicas. De hecho, tanto en Cosmología como en Biología, se prefiere incluso negar algo que es tan obvio.

El darwinismo no puede explicar esa tendencia hacia organismos más complejos, ni su persistencia. La evolución biológica no paró con las bacterias, ni con las células eucariotas (las que componen nuestros cuerpos), ni con los primeros organismos pluricelulares. Para todos es obvio que una célula de mi cerebro es más compleja, midamos como midamos la complejidad, que una bacteria. Y para todos es obvio que una medusa es menos compleja que una rana o una orquídea.

Por supuesto el darwinismo tampoco puede explicar la aparición del primer ente replicante (no había nada que seleccionar) y desde el Big-Bang hasta ese primer reproductor está claro que hubo una evolución no biológica adarwinista. Es decir, ha habido evolución sin darwinismo. Primera conclusión: el darwinismo no es toda la historia de la evolución en este universo, y por tanto, deben existir leyes que rijan esa tendencia observada al incremento de la complejidad. Estas leyes serán comunes (por ser básicas) tanto a la evolución de las galaxias como a la evolución de las bacterias.

Y la evolución biológica tampoco se da sólo en lo que los biólogos denominan organismos. ¿Qué pasa con los ecosistemas? ¿Están evolucionando también? Recordemos que fueron considerados por los primeros ecólogos como organismos o super-organismos. ¿Qué es una colonia de abejas, hormigas o termitas? ¿No es la propia colonia una especie de organismo? Desde el darwinismo, ¿Qué se seleccionaría, a las hormigas o a las colonias de hormigas? ¿No son las hormigas como células de la colonia? ¿No trabajan e incluso se sacrifican por el bien de la colonia? ¿Quién se reproduce, la hormiga obrera —estéril— o la colonia? ¿Quién, pues, evoluciona?

Por otro lado, tenemos la teoría Gaia. La idea o hipótesis inicial de Lovelock, desde el punto de vista metafórico al menos, era ver a la Tierra, o mejor, a la zona de influencia de la vida sobre la Tierra, como si de un organismo vivo se tratase, capaz de regular sorprendentemente bien la composición de la atmósfera, los océanos y la litosfera. A ese ente lo llamó Gaia.

Pero Gaia no podía ser un producto de la teoría de Darwin, y como algunos científicos piensan que esta teoría es completa, pues hicieron algunas críticas a Gaia, ya que ésta hacía intervenir a seres vivos.


Sin embargo, Lovelock se resistió desde el principio a subsumir a Gaia dentro de Darwin. Para él de hecho es una ampliación del darwinismo. Y lleva ya 40 años tratando de hacer compatible su teoría con la de Darwin. Sin conseguirlo. El primer problema es que lo que hace Gaia es contrario a lo que se supone que hacen los organismos desde el darwinismo:

Los organismos se adaptan a su medio ambiente por medio de la competencia y la selección natural según Darwin. Pero Gaia lo que hace es adaptar el medio ambiente para sí misma (y para los organismos que habitan en la biosfera), con lo que son dos fuerzas diametralmente opuestas. Si te adaptas no tienes que adaptar el medio. Si adaptas el medio (tecnología) ya no hay necesidad de adaptación.

El resultado final va a ser que Selección Natural y Gaia no son compatibles.

Curiosamente la solución ante esta contradicción no es minimizar la teoría de Gaia, como se ha hecho, sino la del darwinismo y con él el neodarwinismo. Además, hay que hacer a Gaia mucho más fuerte que lo que se ha atrevido a hacer de ella el mismo Lovelock (quien ha ido reculando poco a poco en estas últimas cuatro décadas).

La intuición inicial de Gaia, como organismo, resulta ser la que a mi modo de ver, mejor encaja con los hechos observacionales (del evolucionismo y de la ecología). Es decir, Gaia es un organismo evolutivo de pleno derecho, como lo puede ser una colmena o un termitero.

Y como tal organismo es un ser teleológico, es decir, que posee propósitos. Igual que decimos que una cigüeña recoge ramas con un propósito muy claro (hacer un nido para criar), igual que decimos que la colmena fabrica jalea real con un propósito muy claro, e igual que identificamos propósitos en todos los seres vivos (conscientes de sus actos o no), lo mismo pasará con un ser como Gaia con todas las propiedades esenciales que identificamos con un ser vivo, con un organismo.

(2011)

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